Una bicicleta a toda velocidad, la lluvia inesperada en un día sol y tú sin paraguas (me pasa a menudo), una mala palabra fruto de un mal día. Lo que se te ocurra. No podemos controlar nada de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Vivimos en sociedad, así que nuestra vida fluye a través de las decisiones y acciones de nuestros semejantes, de los procesos físicos que ocurren en nuestro mundo. Sin embargo, existe algo que siempre (no estoy exagerando) podemos controlar: nuestra actitud.
Nosotros somos los únicos responsables sobre cómo reaccionamos ante todos los estímulos que recibimos. Nos guste o no, lo creamos o no. «Ya, claro, qué fácil», deben estar pensando algunos de vosotros, no nos adelantemos.
Antes que dominar nuestra emociones, es fundamental que seamos capaces de entenderlas. Tampoco se trata de evitar experimentar emociones negativas, al contrario, es indispensable sentirlas para reconocerlas. Perdemos el control porque no sabemos lo que nos está pasando.
Llevar un negocio, de cualquier tipo y tamaño, no es sencillo. Hay una enorme exigencia psicológica provocada por el desgaste emocional que se sufre cada día. Sin embargo, es posible disminuir ese nivel de desgaste y sobre todo, evitar las consecuencias que puede provocar en nuestra salud mental con el paso del tiempo.
Porque, a pesar de lo que podamos decir, de las motivaciones extra o coyunturas vitales de cada uno, las personas que deciden poner un negocio, y embarcarse al mar abierto de lo desconocido, tienen algo en común: quieren mejorar el mundo que les rodea.
¿Cómo podemos hacer mejor nuestro trabajo? Más allá de nuestras capacidades intelectuales para desarrollar nuestro trabajo, es indispensable contar con habilidades emocionales que nos permitan disfrutar más de lo que hacemos y sobre todo, desechar aquellas emociones negativas que merman nuestro rendimiento.
Muchos de vosotros deben conocer, haber leído, el re contra famoso Best Seller de Daniel Goleman, "inteligencia emocional", a la que él define como: «la capacidad de percibir y controlar los propios sentimientos y saber interpretar los de los demás». Así que, lo hayas leído, o no, hoy vamos a hacer un repaso sobre las que Goleman considera las siete cualidades fundamentales que más repercuten en el trabajo de una persona con inteligencia emocional.
1. Comunicación
Empecemos por lo básico. La comunicación, además de ser algo primario, también es una habilidad que debe entrenarse como un músculo. Es fundamental que sepamos ser asertivos, expresarnos con mayor elocuencia y utilizar a nuestro favor nuestra comunicación no verbal (como hemos hablado de esto en otros artículos). Esto nos permitirá ganar confianza en nosotros mismo, y sobre todo, crear una imagen de empatía que nos permita alcanzar nuestros objetivos. Debemos ser capaces de entender cada momento para adaptarnos a él y comunicarnos de la forma más clara y efectiva posible. Así seremos capaces de in
Consejo: descubre en este contenido qué es la asertividad y cómo ser más asertivo
2. Confianza
Como hemos dicho antes, la confianza está ligada a nuestras habilidades de comunicación más de lo que pudiéramos imaginar. Ya que la confianza es uno de los elementos indispensables para desarrollar habilidades de liderazgo, y no hablamos del liderazgo asociado al presidente de un país o a un capitán de fútbol profesional, nos referimos a esa capacidad para encontrar un propósito en lo que hacemos. Saber que el motor que mueve a nuestro negocio puede inspirar a otras personas, además, por supuesto, de a nosotros mismos. Tener confianza va más allá de estar seguros de lo que sabemos, significa ser muy conscientes de lo que debemos hacer para saber lo que aún no sabemos y vamos a necesitar saber.
Consejo: confianza significa reinventarse, dejar de ser reticentes al cambio y entenderlo como una oportunidad de mejorar.
3. Motivación
Este punto puede ser una trampa. No caigamos en la idea de que uno debe sentirse inspirado cual Mozart o Picasso, cada día. Para que exista motivación, también debe existir también frustración. Al final, la motivación es la capacidad que tenemos de entender que los obstáculos son parte del camino y que no podemos cambiarlos, pero si podemos entenderlos y extraer de ellos los desafíos y la gasolina para seguir funcionando cada día. No se trata de ser obstinados o de obsesionarnos con conseguir todo lo que nos proponemos, porque es muy probable que existan muchos desafíos que no seamos capaces de cumplir, y es lo normal. El vaso medio lleno se ve cuando somos capaces de identificar nuestras victorias y una vez que sabemos que hicimos bien, disfrutarlo e intentar hacerlo cada día mejor.
Consejo: entiende los desafíos de tu negocio, identifica tus logros e intenta hacer mejor lo que ya hiciste, o haces bien.
4. Empatía
Otro cualidad de la que se habla mucho, por lo general de una forma controvertida o, desde mi punto de vista, desviada de sus beneficios y objetivos. Existen personas que tienen un talento innato para desarrollar empatía hacía los demás, incluso he conocido personas que cuentan con una exceso de empatía, una circunstancia que puede resultar contraproducente. Porque comprender y tener la capacidad de situarse en la situación, con todas las circunstancias, tanto positivas como negativas, es, sin duda, una herramienta extraordinaria. Sin embargo, para ser empático, debes utilizar tus sentidos, debes saber escuchar, observar y sobre todo, comunicarte, porque para ser empático, primero necesitas saber en qué y cómo podrías serlo.
Consejo: huye de estereotipos y prejuicios. Haz preguntas, escucha y observa con mucha atención. Esto te permitirá entender lo que una persona que entra por la puerta de tu negocio, espera y necesita de ti. Usa toda esa información a tu favor para conectar con él.
5. Curiosidad
Una capacidad denostada por la moral y las buenas costumbres. La curiosidad mato al gato, dice el refrán. No se trata de ser indiscretos, se trata, como hemos explicado antes con la empatía, de encontrar herramientas que nos permitan obtener información sobre nuestro sector productivo, clientes y por supuesto, compañeros de trabajo. Me gusta pensar en la curiosidad como esa forma diferente de hacer las cosas, de no conformarse con lo que has conseguido, eso también significa aprender y hacer cosas diferentes para mejorar como persona y por ende, mejorar los resultados de tu negocio. La curiosidad también es sinónimo de preocupación, te permite anticiparte, para ir construyendo una imagen de responsabilidad que genera confianza.
Consejo: confía en tu intuición, preocúpate por aquellos aspectos inadvertidos que te parezcan relevantes sobre tu negocio, clientes o compañeros.
6. Cooperación
Si hemos llegado tan lejos como especie, se debe en buena medida a nuestra capacidad de colaborar. Cooperar es algo fundamental para alcanzar los objetivos de un grupo de personas. A pesar de su tamaño y el sector donde nos encontremos, todos los negocios aportan algo a su entorno, con mayor o menor influencia. De no ser así, piensa en qué puede ofrecer a tu negocio a la comunidad que pertenece. Eso producirá en ti la mejor retribución emocional que pueda existir. ¿Aún no has descubierto lo que tu negocio puede aportar a tu comunidad? Investiga un poco con tus clientes y pregúntales qué los hace comprar/usar tus servicios.
Cuando tienes un equipo, la cooperación es la principal herramienta para encausar tu liderazgo. Toma la iniciativa para realizar tareas complejas o tediosas, predica con el ejemplo y estimula de forma positiva a tu equipo. Steve Jobs decía que el enseñaba todo lo que sabía, porque así la gente aprendía mientras él ya estaba involucrado en aprender otras cosas que no sabía. Como dijo D' Artagnan: «todos para uno y uno para todos»
Consejo: la cooperación es sinónimo de generosidad, ayudar es compartir no sólo lo que sabes, incluso lo que no sabes qué podría gustarle a los demás.
7. Autocontrol
Confucio dijo: «El que domina su cólera domina a su peor enemigo». Dejo lo más evidente para el final, pero también lo más complejo. Porque si bien el autocontrol es en apariencia la habilidad con más sentido común, también resulta una habilidad difícil de desarrollar. Como decíamos al principio del artículo, perdemos el control de nuestras emociones porque no las conocemos, no sabemos que nos está pasando. El problema con las emociones negativas como la ira, la rabia o el miedo es que generan sustancias en el cerebro como la adrenalina, que pueden generar una adicción en nuestro cerebro. Así que lo mejor que podemos hacer es identificarlas, manejaras e inclusive poder usarlas a nuestro favor, como se comenta en este artículo.
Consejo: Cada vez que sientas una emoción negativa hazte esta pregunta: ¿por qué estoy sintiendo esto?, ¿qué es lo que me está haciendo sentirme así en realidad?
¿Te ha resultado interesante todo esto que te cuento? ¿Ya pones en práctica alguna? ¿Nos recomiendas otras? Compártelo todo en los comentarios.